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¿Por qué otros padres consiguen tener autoridad y yo no?

por WebMaster

Autora Ailza Amorim
[email protected]

Traducción de Teresa
[email protected]

¿Y si yo no tuviese firmeza en la educación de mis hijos? ¿Se verán perjudicados? ¿Por qué otros padres consiguen tener autoridad y yo no?
La mayoría de los padres que no tienen autoridad en la educación de los hijos tiene la cabeza llena de interrogantes, inseguridades y miedos. Y vivir con miedo, inseguro, no es nada saludable ni agradable ¿estás de acuerdo? Ello porque el miedo de no ser un buen padre o madre, de estropear el futuro del hijo, a menudo los inmoviliza, los deja sin acción. Así, dejan que la educación de los hijos “corra suelta” eximiéndose de la responsabilidad con la justificativa de que hoy día es así con todo el mundo y que con su hijo no sería diferente.

Por otro lado, hay padres que creen que los hijos de sus amigos sí son educados, pero ellos no consiguen educar a sus propios niños y adolescentes. Por tanto se consideran los peores padres del mundo, lo cual también los deja sin actitud para educar. La permisividad ¿sería la mejor forma de educar?
¿Has pensado que las actitudes que hemos mencionado pueden ser resultado de la propia inseguridad? ¿Y que ésta puede ser consecuencia de la forma en cómo has sido educado(a) por tus padres?
Pero como todo desafío tiene al menos una solución, lo mejor que se puede hacer es desarrollar el autoconocimiento.
No hay una escuela para aprender a ser padre. Programado o no, ahí están un niño o más, bajo tu responsabilidad, para educarlos y darles lo mejor de ti.

Puedes tener el deseo de reproducir la educación que tuviste o bien de educar de modo totalmente diferente a cómo has sido educado. Depende de tu punto de vista y de lo que quieras elegir. ¿Has oído a padres que decían: tuve una educación represora y no quiero eso para mi hijo, y entonces los críos se desmadran debido a la falta de reglas, de límites que deberían ser enseñados para que sepan vivir y convivir en sociedad?
El mejor camino es el del equilibrio. Así como entre 8 y 80 tenemos 72 posibilidades, entre el autoritarismo y la permisividad hay infinitas posibilidades que pueden y deben promover el equilibrio y las relaciones saludables. Entonces, piensa: el problema no lo tiene tu hijo, la llave que abre las puertas a una educación efectiva y afectiva ¡la tienes tú! Tu hijo está ahí para aprender contigo, con tu forma de ser, de hablar y de proceder.

No existe “la receta” perfecta para educar ni tampoco toda forma de educar traerá los mismos resultados con hijos diferentes. No obstante, los valores, eso sí, han de ser enseñados con el ejemplo y fortalecidos a lo largo de la formación de los pequeños. Es necesario que comprendan que todo tiene reglas, límites para saber distinguir lo que se puede y lo que no se puede, y el por qué de no poder.
Imagina: soy la decimotercera hija de un matrimonio. ¿Serían todos educados de la misma forma? Mi madre, hoy con 92 años, cuenta que fue difícil educar a todos de la misma manera debido a las diferencias individuales, pero ella ha sido valiente, persistente, mantuvo la autoridad y desarrolló en todos nosotros valores con los cuales nos hemos convertido en ciudadanos íntegros, autónomos, conscientes y responsables por nuestras decisiones.

Recuerda que tus hijos lo son para siempre, por tanto, desistir no es una opción. La educación es un proceso continuo que exige foco y persistencia. No tengas miedo de asumir una postura más firme en favor de la educación de tus hijos, ni de volverte atrás cuando sea preciso, si te has dado cuenta de que no has decidido bien. Mi paisano, el Presidente Juscelino Kubitschek decía: “Suelo volverme atrás, sí. No tengo compromiso con el error”. Es normal querer proteger en exceso a los hijos, sin embargo eso es perjudicial para la vida personal y social de niños y adolescentes.

La clave de hoy es: Asume el comando de la educación de tus hijos y no te preocupes con lo que los demás pensarán o dirán. El niño necesita ser enseñado y no se educa solo. Entonces, orienta, haz con él, acompaña, para después exigir. Elabora con él los acuerdos, discute sobre lo que está bien y debe continuar y lo que está mal y es preciso cambiar. Estos acuerdos pueden llevarse a cabo con afecto, de forma clara, objetiva y coherente. Vale recordar que decir “NO” también es una forma de amor. Es la vida, la formación de tu hijo, y esto no es una broma.
Si tú has vivido o vives una situación de miedo e inseguridad en la educación de tus hijos, deja aquí tu comentario. ¿Vamos a debatir más sobre el tema?

Whatsapp (55 38) 9885.39363



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