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¿Quién es mi Mentor?
por WebMaster
Por Izabel Cristina Heberle
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Traducción de Teresa
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¿Ya te has hecho esa pregunta? ¿Quién será? ¿De dónde viene y cuáles son sus súper poderes?
Bien, nuestros mentores, reales o imaginarios, son muchos durante nuestra vida. No podemos olvidarnos de que co-creamos a cada momento y, las más de las veces, ni siquiera lo escuchamos cuando él dice: cuidado con lo que estás pensando.
Somos inmediatistas: lo queremos todo resuelto rápidamente. En ciertos casos, llegamos a repetir: "no importa cómo, pero esto lo voy a resolver". Y, si realmente importase, ¿optarías por frenar tus instintos inmediatistas y reflexionarías con calma sobre lo que piensas y lo que dices?
Las palabras tienen poder. Sí, mucho poder. La palabra equivale al Verbo de la Creación. En las magias, el verbo, el comando, es lo que tiene el poder de poner en movimiento las energías, más que los elementos empleados para caracterizar y componer la magia.
"Es absolutamente cierto que el Verbo, en virtud de la resonancia universal tiene la propiedad de despertar lo que está latente en el ser; y una vez emitidos, ciertos sonidos ponen en vibración, también por resonancia, los poderes ocultos en el fondo de nuestro subconsciente. Esta es la Magia del Verbo, por la cual todas las cosas fueron (son y serán) hechas." (Jorge Elías Adoum).
"En fin, Dios está hablando con nosotros todo el tiempo por medio de su Creación. Pero si es así, sin embargo, hay una forma de oírlo y comprenderlo que es insuperable: a través de su Verbo Divino o de su pensamiento creador, en el cual todo lo que Él piensa empieza a existir." (Rubens Saraceni).
En nuestro día a día, ¿cuántas de las palabras diarias que pronunciamos son bendiciones? ¿Será cierto que sólo proferimos y co-creamos bendiciones?
De modo consciente e inconsciente co-creamos. Los largos viajes que hacemos dentro de nuestro mental, los pensamientos que formulamos en nuestro día, tienen el poder de energizarnos o de afligirnos. La mayor parte de nuestros pensamientos tienen el poder de afligirnos, de arrojarnos a la inseguridad, a la duda. Al final del día estamos agotados, sin energía, aprisionados en sensaciones que hemos ido creando todo el tiempo.
Elegimos lo que oímos; elegimos con base en todo lo que permea nuestro día, pero no somos conscientes de que lo hacemos, pues ese proceso se ha vuelto automático en nuestro cerebro, el cual no distingue la realidad de la ilusión; él únicamente procesa los datos. Todo cuanto pensamos, para nuestro cerebro, es realidad.
Y ¿dónde entra nuestro mentor en todo esto? A estas alturas él también ya está exhausto de tanto intentar llamar nuestra atención. Cada uno de nosotros tiene la libertad de actuar y de pensar; por eso hemos de entender que el mentor sólo entrará en nuestras vidas precisamente en el momento que elijamos. Podemos trabajar nuestro día en colaboración con él, o no.
Muchas veces, vemos al mentor como algo separado y lo colocamos en la categoría de la creencia, de la religión o de lo intangible; de ese modo creamos la distancia, cuando deberíamos crear la cercanía. Si lo quitásemos de la categoría de observador y lo colocásemos a nuestro lado, como compañero co-creador de nuestra realidad, daríamos más suavidad a nuestra andadura.
Llámale mentor, ángel, guía, arcángel, protector, no importa cómo tú lo reconozcas; quizá lo tengas sólo como la energía que te acompaña; no hay ningún problema. ¿Quién es él? ¿Será tan importante saber quién es, o lo importante es creer que él está allí con el firme propósito de orientar, acompañar y cuidar de nosotros? Entonces, todo se resume en CREER, verbo que trae el poder y la manifestación de la Fe.
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