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Saliendo de la locura del otro
por WebMaster
Autor Alex Possato
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Traducción de Teresa
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Es interesante cuando nos colocamos como observador de nuestros propios pensamientos y emociones: percibimos cuánto somos influenciados por nuestra propia locura, por las creencias sin sentido que todavía rondan nuestro sistema interno, por las influencias de los medios, de la sociedad, de las religiones, de la familia y personas íntimas…
Ciertamente, vivimos en un mundo neurótico, y en mayor o menor grado también somos neuróticos. Pero ese no es el problema. El gran problema es que oímos nuestras neurosis – y las de los demás – y creemos en ellas. Por ejemplo: nuestra mente dice: María está necesitando de mi ayuda. ¡La pobre está sufriendo tanto! Y partimos para ayudar a María, que no ha solicitado nuestra ayuda, no está sufriendo como imaginamos y hasta se sorprende cuando aparecemos como “el salvador” en su puerta. Por la extrema compasión que María siente por nosotros, ella finge dejar que “la ayudemos”… En constelaciones familiares decimos que “el ayudado” se convierte en “el ayudante”.
En este juego, explicado muy bien por Erick Berne el creador del Análisis Transaccional, que mapea diversos juegos que pueden volverse patológicos, imponemos sufrimiento al otro y también sufrimos. Todo sería mucho más fácil si cuidásemos de nuestros pensamientos y emociones, lo mismo que un padre amoroso, pero riguroso, cuida de hijos malcriados, o de animales domésticos indóciles. Es incómodo, pero estaríamos colaborando enormemente para la pacificación y armonización de la sociedad.
De la misma forma al comenzar a cuidar de nuestra locura interior, no permitir que la locura de otros se interfiera en nosotros de forma perjudicial. ¿Cuántas veces percibo clientes o colaboradores intentando manipular mi foco, mis objetivos? ¿Cuántas veces oigo a personas decir que la madre, padre, acompañantes o amigos están invadiendo drásticamente sus privacidades? ¿Cuántos comportamientos observo de personas que proceden de manera insana, esparciendo miedo, conflicto, cadenas sin sentido, porque lo leyeron en Internet, lo oyeron en la TV o recibieron un mensaje de Whatsapp?
¿Qué impide a alguien no entrar en el juego de la locura?
Muchos entienden lo que estoy diciendo, pero no consiguen imponer límites al otro. En general, respondo que esta persona no es capaz de poner límites a su propia locura interior. Considera que lo que piensa “es real”, y que su locura no es locura, sino sanidad. ¡Locos son los otros! Recomiendo dosis regulares de meditación en silencio. Al menos 5 minutos diarios para observar su mente charlatana y constatar, sin sombra de duda: ¡sí, mi mente es neurótica!
Este es el primer paso. No hay qué hacer con la mente que piensa. A no ser, observarla. Con entrenamiento – y esto exige años, ¡de veras muchos años! - la mente desacelera, si bien, en mi experiencia al menos, no se detiene la locura. Sólo queda en estado, un poco, digamos, aletargado… Y en otros momentos, nuevamente acelerada… pero en media, más lenta…
Cuando empiezas a observar el juego del propio pensamiento, y no entras en él, comienzas a percibir el juego del pensamiento y emocional del otro, y ya tampoco entras. ¡Tú, en ese momento, sabes que es un juego! ¡No es verdad! Tu madre, llamando desesperadamente a la puerta, diciendo que se está muriendo… ¡tú sabes que es un juego! Tu padre, pidiendo alucinadamente que le prestes un dinero con urgencia… ¡tú sabes que es un juego! Tu acompañante diciendo con ferocidad que si sales sola él te dejará, ¡tú sabes que es un juego!
¡Lógico! Tendrás que lidiar con el sentimiento de culpa, de ser egoísta, o a saber qué idea surja en tu pensamiento… ideas que fueron implantadas por tus padres, educadores y sociedad. O sea, también un juego, que te hace prisionero.
Hacía… porque en este momento, estás empezando a salir del juego.
¡Bienvenido al mundo de los aletargados! ¡De los “pirados”! ¡De los egoístas! ¡De los alienados!
Voy a contar un secreto: la única forma verdadera que tenemos para auxiliar a nuestros hermanos, presos en el juego de la locura mental y emocional, es salir del juego. Y despacito, según ellos quieran – y así te lo pidan – auxiliarlos a salir también… ¡No será tan fácil! Parte de nosotros, y parte de ellos, aún está muy comprometida con el juego… y se sentirá abandonada, sola, inválida, si desiste del juego… Vamos despacio… Según uno se acostumbra a contemplar el mundo y las personas con otros ojos, podemos, inclusive, fingir que estamos en el juego. No es necesario enfrentarse a los otros: ¡no comas carne! ¡Medita sin parar! ¡Vive la sociedad alternativa! ¡Abajo el consumismo!
Finge que estás en el juego… puede que hasta sea muy divertido...
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