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UNA EXPERIENCIA CON LA PSICOGRAFÍA
por WebMaster
Autor Baltazar Neto
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Traducción de Teresa
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Día: 16 de Octubre de 2014
Hora: 21h00
Local: Entrenamiento mediúmnico en el escritorio – São Paulo -SP
Como estamos en constante aprendizaje, en uno de los entrenamientos mediúmnicos que realizo todas las semanas tuve deseos de experimentar con la psicografía.
Estaba ansioso por empezar. Me había preparado durante toda la semana y separé algunas hojas de papel y lápiz. Lo dejé todo dispuesto sobre la mesa.
¡Empecé a las 21:00h en punto! Hice la plegaria inicial, la lectura de un texto edificante y me puse a disposición.
La espiritualidad ya se hacía presente en el local, y – si bien tenía grandes deseos de escribir directamente en el ordenador – me pareció mejor intentarlo con la hoja de papel, porque a fin de cuentas yo siempre he visto a la psicografía actuar de esa forma.
Al cabo de algunos minutos, empecé a notar hormigueo en la mano, que se hizo pesada y helada. Era una sensación incómoda, aunque soportable. Pero descubrí que mirar como otras personas psicografiaban era mucho más fácil.
Después de media hora y varias puntas de lápiz rotas, observaba la hoja llena de garabatos disformes, que ni lejanamente recordaban a una letra, cuanto más una palabra o frase.
Sinceramente, me sentí decepcionado, al fin y al cabo allá en lo más hondo ciertos pensamientos regados de vanidad imaginaban que yo escribiría varios libros y cartas consoladoras. Todo eso se desmoronaba mientras observaba aquel enmarañado de trazos.
Como era un entrenamiento, la Espiritualidad me intuyó a que conectase el ordenador.
Ordenador conectado, programa para escribir textos en pantalla, empiezo a concentrarme y, a diferencia de la primera vez, un texto empieza a serme dictado. Me sentí más cómodo en esa modalidad, aunque también necesite entrenamiento, pues los Espíritus dictan a mucha velocidad y es necesario mantenernos en armonía, siendo muy fácil perder esa conexión y empezar a escribir palabras de nuestra propia mente.
Tras unos diez minutos, hice una pausa para leer el contenido del texto. Me gustó mucho, ya que hablaba sobre reforma interior y respeto para con el prójimo. Aunque el texto estaba bien, empecé a pensar en algo que me molestaba desde el principio.
La energía del espíritu que me transmitía los textos era muy densa. Yo sentía el peso en los hombros y aquello me incomodó. Siempre consideré que los espíritus que dictaban textos como aquel debían ser superiores, con una energía mucho más sutil. ¿Se trataría de un espíritu burlón intentando engatusarme con medias verdades?
Pedí disculpas al espíritu (al final resultó que no era un bromista). Expliqué lo que me incomodaba. Vi que eso no le gustó demasiado, decía: “-Primero llamas y cuando vengo te parece que estoy aquí en plan de broma”.
Me acordé de Chico Xavier, uno de los más conocidos médiums de Brasil, quien psicografió muchas cartas y libros.
Siempre que se produce un impasse como este, no hay otra cosa que hacer como no sea rezar y pedir ayuda.
Tomado de un sentimiento de humildad y conociendo mi pequeñez ante el universo, hice una oración en silencio, clamando por la ayuda de Chico, para que yo pudiese al menos entender qué estaba pasando, y pedí permiso a Dios para recibir aquello que fuese de mi merecimiento.
En esos momentos, de ojos cerrados, percibí un fogonazo. Cuando abrí los ojos vi, a través de la clarividencia, la imagen de Chico Xavier ante mí.
¿Por qué imagen? Pues que no era Chico de verdad, sólo una especie de holograma que la espiritualidad emplea de vez en cuando. Es visible para el clarividente, pero no tiene la energía de un espíritu. De ahí la importancia de conocer bien las energías, pues si nos guiamos únicamente por la imagen podemos ser fácilmente engañados.
En ese momento, junto a la imagen de Chico, mi amigo y mentor empezó a explicármelo.
Esos espíritus que han venido para enviarme los textos, también estaban pasando por entrenamiento y no eran espíritus livianos o engañadores, sino que en función de mi condición moral, era la franja vibracional con la cual yo conseguía conectarme.
Cuanto más empeño yo pusiese para deshacerme de hábitos y vicios nocivos, más lograría subir mi patrón vibratorio para conectarme con otras esferas más sutiles.
Agradecí doblemente a mi amigo: por el cariño de haber venido a explicármelo y por la delicadeza de la espiritualidad al mostrarme la imagen de Chico. Sólo con ver una imagen suya ya nos viene a la mente el recuerdo del ser humano que fue. Ambos se esfumaron dejando paz en mi corazón.
Otra gran lección aprendida en esa jornada aquí en la Tierra: debemos incesantemente combatir nuestros vicios y malas inclinaciones, porque una buena intención es válida siempre, pero se vuelve estéril si no es puesta en práctica.
La fe es indispensable para recorrer cualquier camino, pues necesitamos fuerza para dejar nuestra zona de confort. Es una batalla diaria contra nosotros mismos, podemos sonreír y decir lo que queramos a otros, pero nunca escaparemos a lo que somos.
Dios no castiga y no nos pune, nosotros mismos ya lo hacemos. En la espiritualidad no podemos comprar o engañar con palabras y textos rebuscados. Somos lo que hacemos y pensamos. Eso queda en nuestra alma, cuando estamos fuera del cuerpo o desencarnados, y sólo eso es lo que cuenta. De esta energía es de lo que nuestro cuerpo espiritual está formado.
Reflexionemos sobre lo que podemos modificar en nosotros para ser mejores cada día en actitudes y pensamientos, y que todas las dificultades que se presentan son exactamente el camino para poder corregir en nosotros aquello que nos hace daño.
Gratitud por esta nueva experiencia.
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