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Yo sólo puedo curarme a mí misma

por WebMaster
Autor Aurora Reis
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Traducción de Teresa
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Es una ilusión querer curar a los demás. Si cada uno es Hijo de Dios, íntegro, perfecto, en unidad con el Padre, ¿quién soy yo para ver algún “defecto/error/desarmonía” donde no existe?
Cada persona sólo se cura a sí misma. Un agente de curación, un terapeuta, sólo tiende la mano para que la persona la agarre.

Es como lanzar una cuerda al fondo del pozo. Si la persona no agarra la cuerda y sube, no hay cómo rescatarla (porque por aquel espacio sólo pasa uno). Y aunque le quieras hacer “engullir a la fuerza” su curación, su alimento, si ella no lo mastica y digiere no va a recibir el beneficio.
En fin, ¿a quién quiero yo curar allá afuera? ¿Hay algo que curar? Hay tantas enfermedades, decepciones, amarguras, desilusiones, depresiones… ¿Qué puedo hacer yo para modificar esa realidad externa? ¿Como puedo aliviar a alguien en su sufrimiento?

Esas preguntas me persiguen desde que me he deparado con este desafío de cuidar, de actuar como agente de curación, un canal de luz…
Cuán difícil resulta mantener el enfoque correcto, la visión de que solamente nosotros somos nuestros propios pacientes. Las personas que acuden a nosotros nos ayudan a recordar nuestra luz y nuestra misión: servir como instrumento de curación. Ahora bien, curar realmente, sólo a mí misma.

Es por la voluntad como una persona se cura, es por la fuerza personal, el esfuerzo, la perseverancia e incluso la misericordia como se consigue alcanzar la gracia divina, pues sin ella no hay cómo avanzar.
Muchas cuestiones kármicas tienen influencia en nuestro mérito de la curación, de la liberación de tal sufrimiento. Y para merecerla hemos de conquistarla, obtener méritos.
Conseguir trascender la ilusión, el velo de maya, el auto-boicot, el egoísmo, el juzgamiento y punición a uno mismo.
Perdonarnos por todo lo que sucedió, sabiendo que hicimos lo mejor, o al menos, lo mejor que nos fue posible en cada momento…

Entregar y confiar en una Voluntad Divina más allá de nosotros, que anhela nuestra curación más que nosotros mismos, que vela por nosotros, cuida y alimenta nuestra alma de cariño, esperanza y amor. Dios es la mayor fuerza sanadora de este Universo.
Y esta religación con esa fuerza divina es la verdadera curación que todos buscan sin saberlo… El placer, la alegría del regreso, la bienaventuranza eterna y un sentimiento de plenitud, de estar completo, de sentirse abrazado, acogido con cariño y cubierto de bendiciones y gratitud.

Es ser Uno con la Fuente, no ver separación donde no la hay. Es ser “uno con Dios y el Universo, un sólo rebaño, un sólo pastor” - como dice un cántico de un amigo mío.
Es entregarse y confiar. Amar a Dios y a toda la Naturaleza.
Amar y ser Uno. Ver el Uno en muchos.
Alimentar el Amor y cumplir el Dharma, la Justicia Divina.
¡Amén!
Aurora Reis
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“Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y se os abrirá; porque quien pide recibe; y quien busca, encuentra; y a quien llama, se le abre. Y ¿qué padre entre vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O, si le pide un pez, le dará una serpiente? ¿O, también, si le pide un huevo, le dará un escorpión? Pues si vosotros siendo malos sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más dará el Padre celestial el Espíritu Santo a aquellos que se lo piden?”
Lucas 11:9-13

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